La Paz, 05 junio de 2017 (GADLP).- El gobernador del departamento Félix Patzi, destacó el compromiso, auto organización y crecimiento año tras año del 3er. Encuentro de Sikuris Taypi Ayca – Italaque del municipio de Moco Moco en la provincia Camacho, que rebasó las expectativas, ya que de 18 grupos que se inscribieron el 2016 y esta gestión creció el número a 42 representantes de las comunidades, así como representantes de la ciudad de la Paz y del país de hermano del Perú.
Al ritmo de la música de Sikuris, la primera autoridad engalanó el evento con su presencia y resaltó que es “muy importante mostrar este evento culturar a Bolivia y al mundo pero fundamentalmente a nuestros niños y jóvenes, la cultura y las danzas con la que nos auto identificamos, recordamos y encarnamos lo que somos”.
“Si nos querernos, debemos ser orgullosos de nosotros mismos, la autoestima y auto identificación de nuestra cultura, la música y la vestimenta que es del departamento de La Paz, de la provincia Camacho, como pueblo de Sikuris debemos estar orgullosos. Por eso garantizamos la organización del cuarto encuentro”, aseguró el Gobernador.
Por tercer año consecutivo, la comunidad Taypa Ayca, fue sede del encuentro internacional de grupos de danza y música de Sikuris, con el auspicio por la Gobernación. Los Sikuris Taypi Ayca – Italaque han sido declarados como patrimonio cultural inmaterial del departamento de La Paz, mediante la Ley Departamental Nº 80.
El Alcalde Municipal de Moco Moco, Elías Molle Huanca, informó que como cuna del Sikuri, Taypi Ayca ya cuenta con un museo que busca mostrar los orígenes y la riqueza cultural en todas sus expresiones de sabiduría y conocimiento ancestral en: arte plumario, textil, vestimenta, instrumentos musicales (incluida discografía), danza y cosmovisión “es importante revitalizar la identidad de los Sikuris como alternativa de desarrollo de los pueblos y comunidades de la región andina del país y continente americano”, remarcó.
Molle afirmó que el objetivo de promocionar y difundir el potencial cultural de la identidad de los Sikuris de Taypi Ayca – Italaque, a nivel nacional e internacional se está cumpliendo de a poco y celebró la importante afluencia de residentes de la provincia, medios de comunicación y turistas provenientes del Perú, Chile, Argentina, Colombia, Canadá, y Francia, que apreciaron nuestra cultura.
Participaron de este evento distintas comunidades de los municipios de Moco Moco, Puerto Acosta, Umanata, Carabuco, incluso representantes de la agrupación 12 de mayo de la Universidad Mayor de San Marcos del Perú, y de la Comunidad Jaylluma, un grupo de mujeres paceñas que interpretan los Sikuris por iniciativa propia.
CULTURA SIKURI
Nemesio Huanaco representantes de los Sikuris de Taypi Ayca – Italaque informó que para que no se pierdan sus costumbres, cultura y vestimenta, vienen trabajando para ser declarados como patrimonio cultural nacional, posteriormente se presentarán a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para ser declarados a nivel mundial.
Huanaco destacó que el museo tiene como reliquias las vasijas de barro o cántaros de distinto tamaño donde elaboraban la chicha de maíz y quinua, vestimenta, tejidos instrumentos musicales y documentos que relatan la historia. Como las dos esculturas talladas en madera con las imágenes de Sikuris que se encuentran en la puerta del museo como centinelas y anfitriones del lugar, elaborados por un comentario de Italaque.
La tradición cuenta que anteriormente los Sikuris no podían tocar en tiempo de lluvia porque se creía que podrían destrozar los sembradíos y la cosecha, es por eso, que esta música se toca en tiempo de invierno como un llamado a la helada para la elaboración del chuño (papa deshidratada) y la t´aya (ocas) “porque tiene que florecer el chuño”, afirmó Huanaco con una amplia sonrisa en el rostro.
La leyenda cuenta que el Sikuri nació en la época del incario, cuando una pareja debía ir a hacer chuño, para lo cual dejó a su hijo al cuidado de su abuelo, al pasar las horas el pequeño comenzó a llorar y no había como calmarlo, desesperado el anciano, al escuchar que el viento silbaba, y el niño interrumpía su llanto, tomó un tipo de cañas huecas y las cortó de distintos tamaños y comenzó a soplar logrando que el niño se tranquilice y empiece a reír.
Con los años la familia fue perfeccionando la técnica y fue el propio niño que al crecer llevó la música de los Sikuris por todas las comunidades.