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Caranavi, 18 de febrero de 2019 (gobernacionlapaz.gob.bo).-
El lluvioso febrero es particularmente cruel para esta ciudad puerta de la Amazonia. Los ríos Coroico y Yara crecieron y se llevaron casas enteras; y la obra de asfaltado del troncal camino Santa Barbara-Quiquibey no termina, cada vez se cierra por deslizamientos, con muertos y desaparecidos.
Cientas de familias viven tiempos difíciles, por los deslizamientos en el sector vial Puente Armas, donde quedan personas desaparecidas enterradas por la tierra deslizada. Y algunos barrios como Costanera, Nueva Esperanza, Urbanización Playa Verde y hasta avenidas simplemente desaparecieron y dejaron lodo, y dolor.
Es difícil llegar aquí por tierra, y es más complicado salir. Caranavi es como un distribuidor geográfico. De aquí salen y llegan vehículos en tres direcciones: La Paz, Guanay, y Beni-Pando.
Aquí, la Gobernación llegó, con maquinaria y equipo médico hasta la zona de los deslizamientos. Y el Gobernador Dr. Félix Patzi trajo alimentos para los afectados por las inundaciones.
LLEGAR EN CUATRO DIAS, POR SORATA
Miles de familias, del municipio de Caranavi y de todo el norte tropical paceño, beniano y pandino vivieron momentos difíciles por las fuertes lluvias que azotaron esta región y por dos sucesivos deslizamientos de tierra.
A ello se sumó la debilidad del Estado y sus carencias estructurales. Los testimonios de los rescatistas del SAR o de los bomberos son elocuentes: No tienen implementos básicos para rescatar, rápidamente a niños o personas que aún están con vida, o cuerpos de personas fallecidas.
El 2 de febrero, Coroico y Caranavi recibieron duros embates de la naturaleza. El primer hecho lamentable fue el deslizamiento del cerro en la vía Caranavi-Yolosita dejando 16 personas fallecidas y más de una decena de desaparecidos.
Los deslizamientos ocurrieron en la obra de construcción del camino asfaltado entre Santa Bábara-Caranavi-Quiquibey cuyos trabajos comenzaron en 2010 pero no terminan pese a dos contratos firmados, por las empresas ArBol y Royal.
El sector Ch’alla y el de los “túneles gemelos Cajones y Quenallata” es el más crítico. Los vehículos avanzan en sentido contrario al normal (por la izquierda) y en algunos sectores la vía es muy angosta.
Buses interdepartamentales e interprovinciales, minibuses, taxis, camiones de alto tonelaje trufis de servicio rápido, y miles de vehículos particulares, sufren a diario las consecuencias de esta obra inconclusa administrada por la ABC.
RIOS CRECIDOS SOLO DEJAN RECUERDOS
Pero no fue lo único. La tarde del sábado 2 de febrero, las fuertes lluvias y el crecido del rio Yara inundaron varias viviendas, y arrastraron escombros y piedras.
El día 7 de febrero, desde que la riada golpeó a más de 11 urbanizaciones en Caranavi, padres y madres de familia junto con sus hijos continuaban sacando lodo y agua de sus habitaciones, colchones llenos de barro, juguetes esparcidos por todas partes, zapatos de niños y adultos, calaminas y escombros.
Todos colaboran en la limpieza de sus hogares. Los niños llevan pequeños platos sacando el agua, de las habitaciones, los adultos sacan en palas el exceso de barro y escogen cuál de sus pertenencias todavía sirven.
“Antes aquí había una avenida”, cuenta doña María, mientras recuerda con tristeza cómo aquel día, ella junto a su familia tuvo que salir huyendo cuando el agua y el lodo que venía del rio Yara comenzaron a ingresar a su casa, llegando a cubrir incluso la mitad de sus cuerpos.
El panorama es lamentable. A unas cinco cuadras del río Yara se puede observar una vivienda a punto de derrumbarse. Sus ocupantes se fueron a La Paz, comenta una vecina, mientras muestra cómo quedó su casa.
En el suelo hay un álbum fotográfico cubierto de barro. Al ojearlo se ven los rostros de los ocupantes de esa vivienda derruida, son fotografías de una visita al Lago Titicaca. Las personas lucen felices y disfrutan de un día azul posando junto a los botes.
Al continuar el recorrido por el área afectada, dos personas completamente cubiertas de barro, exhaustas, cargan carretillas de un lado a otro, moviendo escombros e intentando recuperarse. Todos coinciden en pedir atención de las autoridades.
“El alcalde de Caranavi Daniel Paucara no se apareció por acá”, reclaman los vecinos. Otros repudian la actitud del ministro de Defensa Javier Zabaleta, que acudió a la zona del desastre “con las manos vacías. Vino rodeado de seguridad. No escuchó las necesidades de los afectados”, señalan.
Hasta muy entrada la noche, continuaban los trabajos de los vecinos, el intenso calor no los detuvo. Volverán a dormir en camas improvisadas y otros llevarán a los niños a la casa de algún familiar o amigo de la colonia.
La mañana del viernes 8 de febrero, dos camiones de alto tonelaje estan estacionados en la plaza Simón Bolívar de Caranavi. Están empolvados y con el chasis cubierto de tierra; llevan una importante carga, y recorrieron sinuosos caminos de cuatro provincias: Murillo, Omasuyos, Larecaja, y Caranavi.
Poco a poco, la gente se acerca a los vehículos. La curiosidad de la población es grande, han pasado por cosas muy duras últimamente.
Cerca de medio día, el Gobernador de La Paz, Dr. Félix Patzi apareció en la plaza; se acerca a los camiones, la gente lo rodea, les trae una buen noticia, los alimentos y vituallas que necesitan ya llegaron, la gente agradece a la máxima autoridad del Departamento de La Paz.
La labor del Gobernador no concluye con la entrega de los productos, los vecinos afectados por la riada. Le piden que vaya a cada uno de sus barrios y visite sus hogares. Saben que él puede escucharlos.
Uno a uno, los vecinos cuentan lo vivido, señalan lugares destruidos piden ayuda. El Dr. Patzi los escucha, las personas por fin encontraron a alguien que los atienda y que los entienda. Finalmente el Gobernador se compromete en ayudar en todo lo que se pueda; las personas dijeron lo que tenían guardado y esperanzados de que otras autoridades se manifiesten en responder a sus necesidades.
